Ibamos a presentar una obra, o algo parecido, cuando corriendo por llegar a hacer los preparativos te vi jugando soccer, tenías el cabello ligeramente largo, tenías ese toque de niño lindo que me enloquecía, me abrazaste y pediste acompañarme, me abrazaste y me tomaste de la mano, a ese ritmo caminabamos enamorados.
Eras amable y educado, con una sonrisa maravillosa que lograba hacerme sonreir bajo la luz de la luna, y me dije, eres eso que siempre quise, pero nunca pensé que resultaras mejor de lo que me esperaba.
Debes saber que la barba y el bigote, no son totalmente de mi agrado, la mayoría de los chicos que estuvieron antes de tí, se rasuraban por mi causa, pero tú, te veías tan varonil y tan perfecto esa noche, que no tuve objeción alguna por ella. Me gustabas así, tan perfecto, con esa luz resplandeciente en todo el cuerpo, como si tu uniforme de soccer estuviera perfectamente limpio y brillara por lo mismo.
Tengo grabada en mi cabeza esa escena en la que caminamos abrazados y de la mano al mismo tiempo, es algo que hoy, despierta, no puedo explicar.
Pero como en todo sueño, no todo puede ser perfecto, te dije te amo, y me acerqué a tí para darte un beso en la frente, sentí salir un calor extraño de tus labios y me alejé sin besarte, te dije que eras un tonto, que no podías ser más tonto y preguntaste si tenía preparado mi discurso, te pedí que me soltaras y salí corriendo, sin darme cuenta que corrías detrás de mí.
Y pueden pasar mil años y mil rostros en mis sueños, pero mi corazon tiene guardado tu recuerdo, con esa tibiesa al rozar mi piel con tus manos, con esa luna que brillaba para dos enamorados.
Jazmín
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