martes, 27 de abril de 2010

Mi primer encuentro con Dios

La mañana en que te conocí, el viento no soplaba, era uno de esos pocos días de septiembre en que el calor se sentía atosigante, pensé que no pasaría nada extraordinario, no tenía miedo, pero tampoco sentía emoción, al entrar a tu casa, sentí como si el invierno se hubiera adelantado y estuvieramos en algún lugar en donde posiblemente nevaría, que quivocada estaba, era tu presencia la que me hacía sentir tanto frio que hasta temblaba.

Me enamoré de tí al instante, me sentí desmayar, me sentí tan diferente, tan limpia, tan perfecta y me dije: "Es el momento para aceptar tu amor". Me incliné y te acepté, acepté ser tuya y que fueras mio, te regalé mi corazón como jamás pensé tenerlo tan dispuesto a nadie más y te amé, como aún lo hago hasta el día de hoy.

Me fui de ese lugar como impaciente, como enamorada, la piel se me enchinaba, ya no hacía calo, sentía frio, pero sabía que me protegías, me sentí como impaciente, como mareada, era la locura de este amor que prometía no abandonarme y que hasta el día de hoy me ha cumplido.

Despues cumpliste todas tus promesas... pero esa, es otra historia

0 comentarios: